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Esta semana, les compartimos la historia de Prediktia, una empresa revolucionando el mundo de la moda con inteligencia artificial y la capacidad de predecir inventarios. Sobre todo, una empresa de la que estamos orgullosos de invertir desde el Nido.
La versión en inglés de este ensayo se encuentra aquí.
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-José Luis
El mundo de la ropa vive en una constante tensión. La moda, por su lado, es tan cercana al arte que busca siempre la vanguardia. En su misma definición está el desafiar los estándares; buscar la innovación. Pero, también, es una industria tan vieja como nuestra especie y el frío que nos llevó, por vez primera, a cubrir nuestra piel. Mientras ha habido dinero, ha habido el que intenta vender cueros o lanas a modo de protección. Por ello, hay una parte ancestral en la ropa; un sector con mañas difíciles de cambiar.
Estas partes chocan constantemente: las mentes que buscan innovar y las costumbres que, desde siempre, mantuvieron el negocio a flote. Unos, emprendedores, la empujan hacia el horizonte; otros, curtidos, recuerdan el valor del pasado. No pensamos mucho en la ropa pero, antes de que la usemos, se pensó demasiado.
Al menos, eso anterior es la impresión que surge tras hablar con David, el fundador de Preditkia. Algo que damos por certero—que nos ponemos encima cada mañana—es, en realidad, fuente de discusión y busca de mejoras.
En parte, era inevitable que viera, con otros ojos, la industria de la moda a la que estamos tan acostumbrados. Un año antes de nacer en Medellín, los padres de David empezaron una empresa de ropa con la cual mantendrían a la familia en años por venir. Muchos años antes, cruzando el océano, su bisabuelo había de llegar de Rusia para hacer una curtidora de cuero en el país. Si de por sí la ropa está en todas partes—basta con salir a la calle para ver olas de color y cortes—, en la mente de David y su vida misma era una presencia ineludible. La persona normal está hecha de piel y un escaso pelambre para cubrirla; David, con su pasión, pareciera hecho de tela y fieltro.
Sus primeros trabajos fueron en el sector: vender productos; atarearse en centros de distribución. Eventualmente, en 2013, viviendo un Black Friday en una distribuidora de zapatos australiana quedó maravillado por una sutil innovación: en lugar de vender todo en tiendas, llegaban ordenes masivas en línea para distintos rincones de la nación.
De vuelta en Colombia, donde la industria familiar seguía con la mentalidad de antaño—comprar bajo y vender para ganar; abrir buenas tiendas para atraer compradores—, David traía consigo las ideas del cambio. En lugar de apostar, solamente, por la vía tradicional, debían intentar, también, vender sus productos en línea. Tras unos meses de incertidumbre, decidió unirse a la empresa familiar y, por siete años, dirigir sus expansión al mundo del internet. Seguía siendo, sobre todo, un negocio de antaño, pero la innovación iba ganando, lentamente, en hacerse de nuevos clientes, la misma tensión entre vanguardia y tradición
En esos siete años iniciaría, sutilmente, a cambiar la mentalidad con que David veía los problemas de la moda. No era, solamente, una cuestión de tener la mejor ropa; era también encontrar su hermandad con la tecnología. Participaría, en esa época, como ángel inversionista en una startup colombiana de e-commerce llamada Handy, profundizando aún más en el problema y conociendo a Jerónimo quien, entonces, lideraba una startup que fabricaba software para vender en EEUU. Fueron momentos de aprendizaje y entender, con certeza, que aún quedaba mucho por aprender.
En parte buscando profundizar aún más en el mundo de la ropa y, por otra, con las ganas acostumbradas de aprender, David haría un último movimiento en su carrera que definiría su futuro: dejaría Colombia para estudiar, en EEUU, un MBA. Es entonces que, dedicando tiempo a pensar profundamente en el sector, trataría de resolver problemas no solo para una empresa, sino para todas. Era momento de traer, al sector, la vanguardia en que siempre está la moda. Es de ahí que saldría Prediktia.
La empresa surge, realmente, de dos problemas anudados a la misma tensión que ya he mencionado. El primero y quizá más evidente, es el tema de sobre producción. En un negocio donde los márgenes son considerables, la costumbre dicta pedir, a como se pueda, las prendas a venderse. Dos veces al año—o más si se trata de fast fashion—, las compañías de ropa reúnen a sus visionario y, tratando de predecir los intereses del futuro con números de temporadas pasadas, anuncian los productos a venderse. Muchas veces surgen enormes ineficiencias. En un par de productos habrán medido, con certeza, la cantidad de unidades a venderse. Pero en otros tantos, sabiendo que los márgenes de ganancia los justifican, terminan con excesos de ropa que, en buen caso, se venderá a rebaja y, en otro peor, será desechada.
El segundo problema es más profundo y específico a la industria de la ropa. Siendo un sector tan visual—donde todo se juzga por colores, cortes u otras apariencias—es sorprendente que los productos se cataloguen con códigos numéricos que dicen poco o nada: los famosos SKUs. Esos adivinos que, por años, han tratado de predecir la ropa por comprar deben navegar océanos de códigos y encontrarlos en catálogos que, si los acompaña la suerte, les permitirá hacer órdenes acertadas, reduciendo—mas nunca eliminando—la sobreproducción.
Con todo esto claro, David regresó a la industria de su infancia con un objetivo: asegurarse que, en los procesos de selección, hubiese la información necesaria para crear los catálogos de temporadas por venir y reducir, a toda costa, la sobreproducción. Regresó a sus épocas en Handy y, hablando con Jerónimo, lo incorporó al proyecto de inmediato.
La idea de Prediktia se basa en el mayor desarrollo que, en años recientes, ha vivido la humanidad: la llegada de la inteligencia artificial. Para ello, David y Jerónimo reclutaron a Felipe, el tercer fundador que, antes, había hecho un doctorado justamente en temas de visión computacional y el potencial que tiene la inteligencia artificial de analizar fotografías.
En lugar de analizar códigos infinitos de forma manual, Prediktia usa las imágenes de productos pasados y la información de venta. Una vez el algoritmos tiene todos los datos, puede ver las imágenes de artículos a considerarse y predecir, en base a transacciones anteriores de productos que se asemejan visualmente, cuántas unidades se venderán; cuántas debe pedir una empresa. Un humano, en varias horas, podría determinar con cierto grado de certeza las ventas que vendrían de chamarras negras tras buscar en catálogos anteriores y reportes de venta con SKUs infinitos. La inteligencia artificial, por su parte, puede hacerlo para todos los productos posibles sin cansancio.
David, a su manera, a regresado al negocio de su familia, con nuevos amigos y nueva visión. En su retorno viene, también, un afán por modernizar y, con ello, traer grandes ventajas al sector.
Pocas industrias pueden ser tan grandes como el potencial que tiene la moda. Tomen un segundo para contemplar, solamente, lo presente que está en nuestra vida. Dondequiera que vaya la mirada, hay playeras y pantalones; zapatos por montón. Si antes se hacían con enormes desventajas, ahora, al caminar, podemos tener la certeza de que hay una mejor opción.
¿Cuál es la misión de Prediktia? Para contestarlo, hay que volver a esa tensión inicial. Respetando el modelo de antaño, canalizan la innovación tan propia de la moda para mejorar el sector. Le regresan, a un mundo de vanguardia, el mismo afán de mejora que viene en cada colección de ropa. No quieren destrozar, solo mejorar, para que algo tan cercano a nosotros como la ropa a la piel se haga con la más genuina y eficiente intención.