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Invertir es como Enamorarse: Descubriendo los Secretos del Due Diligence
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Aquí encontrarás piezas de opinión, ensayos sobre NIDO y perfiles de emprendedores. Nuestra misión es compartir nuestra visión para el mundo del VC y el papel que queremos jugar en él.
En esta edición de esta semana de ConteNIDO, comparto mi opinión sobre el "Due diligence", un tema central para nosotros en Nido, y las inversiones de Capital Riesgo, que sostengo debería ser central en muchos otros aspectos de nuestra vida, incluyendo las citas.
La versión en inglés de este ensayo se encuentra aquí.
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En el baile de inversiones tempranas, los paralelos con el mundo de las citas son sorprendentes. Ambos contextos implican asociaciones potenciales a largo plazo, a menudo basadas en información limitada. A menudo nos centramos en el posible valor que puede crearse en lugar de arrancar con conversaciones difíciles. (Nadie querría hablar de miedos y penas en una primera cita.) En esta edición, pretendo aclarar cómo, en Nido, pensamos sobre nuestras inversiones y por qué consideramos que el “due dilligence” es un pilar central para tomar decisiones.
El preludio: La primera cita
Nuestra primera interacción con una empresa suele ser revisar su pitch deck o darle seguimiento a una presentación de alguien que conocemos. Es como mirar un perfil de una aplicación de citas o aventurarse a una cita a ciegas. Para decidir si tomamos una primera reunión, la pregunta que nos hacemos es: ¿se ajusta esta operación a nuestra tesis de inversión? La pregunta difiere de la que nos hacemos en una cita, pero la premisa es la misma: ¿creemos que conocer a esta empresa/persona nos llevará a alguna parte?
En la primera reunión, compartimos alguna información sobre Nido y luego pasamos todo el tiempo posible conociendo a los fundadores. Como en una primera cita, en la que se dan detalles biográficos y se habla de cosas de pasada. Como a menudo analizamos empresas en fase de pre-producto y pre-ingreso, nos centramos en comprender a los fundadores y sus motivaciones subyacentes. En este sentido, el objetivo de esta primera reunión es similar al de una primera cita. Exploramos la química entre ambas partes y esperamos que, al final, ambos estemos entusiasmados con lo que está por venir.
El cortejo: Citas ocasionales
La fase del noviazgo casual es la más diferente entre invertir y salir con alguien. En la inversión, al menos en la fase previa al “seed round”, hay muchas más personas implicadas. En nuestro proceso, diferentes miembros del equipo se reúnen con las empresas emergentes individualmente para reducir los prejuicios. (Nunca querrías una cita en la que alguien se presenta con todo su grupo de amigos. Pero recuerda que es probable que los amigos sigan involucrados a través de las capturas de WhatsApp.)
Aunque hay más partes implicadas, el objetivo de este proceso es el mismo: exploramos si nuestros valores, visión del mundo y esperanzas de futuro son compatibles. Exploramos si podemos ver una asociación que podría durar muchos años. Esta fase gira en torno al potencial.
Cuando me reúno con un empresario, a menudo imagino todos los lugares a los que puede llegar la empresa. Este proceso está lleno de emoción y, en algún momento, decidimos ponernos serios y pasar al proceso de “due dilligence”. En las citas, el “due dilligence” suele empezar con la charla de exclusividad, y con nosotros, empieza con el cuestionario de “due dilligence.”
Hablando en serio: el momento del “due dilligence”
Hemos establecido que, para llegar hasta aquí, tanto en las citas como en los negocios, tiene que haber potencial, y como describe este meme, es hora de ponerse serios.
Personalmente, me encanta el “due dilligence” porque es durante este proceso cuando llego a conocer a los emprendedores.
En las citas, suele ser en este momento cuando conoces a sus padres y, con suerte, cuando tienes las conversaciones difíciles sobre finanzas, hijos, perspectivas de futuro, etc. Estas conversaciones no son fáciles, pero es durante ellas cuando los lazos se hacen más fuertes y cuando ambas partes se implican mutuamente. En este punto, las relaciones van más allá de dos personas y se convierten en una visión compartida de un futuro con muchas piezas en movimiento.
Lo mismo ocurre entre inversores y empresarios. Es durante esta fase del “due dilligence” cuando nos gusta mantener conversaciones difíciles. Cuando enviamos nuestro cuestionario de “due dilligence” a un empresario, siempre hacemos hincapié en que no buscamos las respuestas correctas, sino comprender cómo piensan y entender la oportunidad que están persiguiendo. Durante este proceso, nos obsesionamos con una oportunidad concreta, hablamos de ella a todos nuestros conocidos y, a menudo, nos entusiasmamos más cada día que pasa. De forma similar a las citas, durante este proceso la conversación se vuelve más exhaustiva; empezamos a entrevistar a clientes y a hablar con expertos. A través de esto, nos involucramos personalmente con una empresa.
Una de las verdades sobre el “due dilligence” es que, como muestra este meme, ya no serán rosas y mariposas.
A menudo encontramos muchas lagunas, necesidad de alineamientos y, sobre todo, seguirá habiendo muchas incógnitas. Es durante este tiempo que tenemos la oportunidad de decidir si los pros superan a los contras y donde tenemos que preguntarnos si los contras son cosas con las que podemos vivir. Esta segunda parte es fundamental: reconocer que seguirán existiendo algunos contras y que debemos sentirnos cómodos con ellos. Sentirse cómodo con los contras es mucho más fácil en una relación entre VC y fundadores que en el mundo de las citas. Aun así, debemos hacernos estas preguntas antes de comprometernos en una relación o una asociación seria.
En el capital riesgo, debido a nuestro modelo de negocio, damos más importancia a los pros que a los contras. Sin embargo, hay ciertas banderas rojas que sabemos no podemos pasar por alto, y para aquellos contras con los que podemos vivir, damos prioridad a la transparencia y los compartimos con el empresario al principio de la inversión.
La propuesta: Hora de la hoja de condiciones
El acto final en los negocios y las citas implica una visión compartida del futuro, el reconocimiento de las áreas que necesitan mejoras y el compromiso de crear valor. La propuesta o la hoja de términos es sólo el principio, el comienzo de lo que esperamos que se convierta en una relación duradera.
Aunque hay muchos más matices, espero que el paralelismo que he trazado ilustre por qué el “due diligence” es una parte indispensable del rompecabezas de inversión en Nido, y por qué es indispensable para nuestro deber fiduciario y cómo este proceso consiste más en explorar el potencial que en encontrar defectos.
Desde el Nido,
Ana Caro